Es triste recordar lo feliz que eras cuando delante solo ves
muerte y destrucción.
Es inútil pensar que vendrán días mejores.
Es ridículo haber gastado todo el jodido cargador cuando aún
quedan tantos enemigos en pie.
¿Qué se le va a hacer? Una retorcida y cínica sonrisa cubre mi
rostro. Por suerte mis compañeros no me ven.
¿No lo oyen?
Me esta llamando. Me llama a mí.
Triste, inútil, ridículo. Esas palabras no existen en su vocabulario.
Diversión, necesario,… glorioso.
¿Por qué no doy mi alma? ¿Qué estoy esperando?
Noto como el calor
aumenta en mi interior mientras a mi lado todos los compañeros están titiritando
de frio o miedo. Miedo, yo no tengo miedo. Mis pulsaciones han doblado su
ritmo. El traje me queda estrecho. Siento unas voces a mi lado, pero no
entiendo lo que dicen.
¿Qué más da? Me están molestando y a mi nadie me molesta.
Cojo el cañón de la escopeta, y a una velocidad pasmosa,
clavo la culata en el casco del sargento.
Se calla.
Mientras está desplomándose, me doy cuenta que las uñas de
mi mano han perforado el guante. Afiladas, duras, mortales.
La siguiente víctima me sirve para probarlas. Con dos
zarpazos se queda recogiendo sus entrañas.
Oigo antes del disparo el sonido que produce el soldado al apretar el gatillo. Me dispongo a correr hacia él mientras
que me doy cuenta que no tengo mis pies. En su lugar unas resistentes pezuñas
me trasportan hacia el desafortunado a una increíble velocidad.
Después de matarlo alguien salta detrás mio y al girarme,
casi sin querer, le ensarto mis dos poderosos cuernos.
No queda nadie a mi alrededor pero oigo ruido no muy lejos.
¿Por qué he tardado tanto en sucumbir?
Esto es gloria. La gloria de Khorne
La imagen del desangrador la he hecho utilizando la tableta añadiéndole un fondo oscuro para resaltar el color del demonio.
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